martes, 23 de noviembre de 2010

Cierre de la Real Fábrica de Paños: GUADALAJARA, 1822. PROTESTAS CONTRA EL CIERRE DE UNA FÁBRICA


GUADALAJARA, 1822. PROTESTAS CONTRA EL CIERRE DE UNA FÁBRICA

                                                                                                  Enrique Alejandre Torija



     Las calles de Guadalajara han sido escenario los últimos lustros de numerosas marchas de trabajadores, convocados por  sindicatos o comités de empresa, con el propósito de impedir el cierre de sus factorías: Colgate-Palmolive, Carrier, Magneti-Marelli, Avicu y ahora Progalsa  fueron las más significativas por el número de trabajadores a que afectaba su clausura, pero no las únicas. Y así, un enclave industrial emergente como lo era el corredor del Henares en los años 70, ha visto muy mermado su potencial, con su lógica repercusión en la demografía, el empleo, el comercio, el nivel de vida..., (atemperado por la intensa actividad constructiva en los últimos años) de una ciudad como Guadalajara la que al igual que sus localidades aledañas, durante cuarenta años han gozado de los beneficios de la industria.

    No es este un problema nuevo en el largo devenir de la historia de Guadalajara. Los años de la II República fueron testigos del ocaso de “La Hispano”, la empresa que en la década anterior  parecía augurar un futuro prospero para los trabajadores locales. En 1719  diversos factores se concatenaron (agua abundante, cercanía a Madrid, fidelidad a la causa borbónica en la guerra de Sucesión...) para que el rey Felipe V decidiera que fuera aquí el lugar elegido para instalar una Real Fábrica de Paños. Y durante un siglo la prosperidad cundió en Guadalajara, donde al decir de los viajeros que la visitaban: “...gracias a una fabrica de paños los habitantes de Guadalajara tienen buenos trajes, buenos zapatos, buen aspecto y un aire de satisfacción”.[1]  En el mismo sentido se pronunciaba el Ayuntamiento de Guadalajara en 1757: “ La población se había levantado y aumentado considerablemente ... la agricultura , plantíos y ganado habían tenido un progreso  muy grande, los artistas de todos los oficios , los pobres, ociosos y vagabundos se habían extinguido y las rentas de S. M. era increíble el aumento que habían tenido ; los niños, los jóvenes, los ancianos, los impedidos de la ciudad y su tierra vivan de sus labores ...”[2] habiendo sido los artífices principales de este  adelanto los  fabricantes de  paños. La fábrica llegó a albergar entre sus muros a  1500 empleados en 1784 y a 4800 en 1791.[3]. La  red de hilanderas, distribuidas por las provincias de Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Soria y Toledo, cuyo cometido era la elaboración continúa de hilo para que este nunca faltara en la fábrica, alcanzó a 18. 394 mujeres y niñas, distribuidos en 168 “escuelas de hilar[4], lo que dicho sin rodeos era un caso claro de explotación infantil.

   Esta empresa alcanzó su punto álgido a mediados del siglo XVIII para empezar a decaer en la última década del mismo. La Guerra de la Independencia fue el golpe de gracia para una iniciativa que nunca fue rentable y que su mantenimiento había dependido del erario público. Tras el desastre que supuso la contienda, ahondando  la anterior bancarrota del Estado, su cierre fue cosa de pocos años.

    Reanudada la producción de la fábrica de Guadalajara al finalizar la guerra-que no se interrumpió totalmente durante la misma- los males tradicionales de la factoría reaparecieron. Un informe del Ayuntamiento de Guadalajara enviado al rey Fernando VII en mayo de 1820 exponía  los abusos, el despilfarro y la mala gestión de los sucesivos directores. Con el propósito de mantener una apariencia de prosperidad se habían admitido mas empleados de los necesarios en la empresa, siendo el resultado el retraso en los pagos por quince días,  con el consiguiente prejuicio para las familias. La situación acumulaba todos los componentes para producir una revuelta, lo que no llego a ocurrir, aunque al fin se dejo conocer su descontento y faltaron al respeto al director , que no  supo  comportarse con ellos en unas circunstancias en que se les hacia experimentar el rigor de justicia y la angustia”.[5]

     Ante el empeoramiento de la situación la tensión aumentaba entre los trabajadores:                    

“Los operarios de estas fábricas nacionales esperan con ansia que el gobierno disponga de ellas, arrendándolas o vendiéndolas, para ver si se les proporciona el trabajo que tanto desean; muchos de estos infelices yacen sepultados en la miseria, y como algunos se encuentran en edad avanzada, no pueden proporcionarse otros medios de subsistencia; a pesar de esto no se desmandan, y prefieren pedir limosna a entregarse a bajezas. Es verdad que de noche se han notado ciertos robos de poca consideración, pero se cree sean de rateros forasteros” (Miscelánea de comercio, artes y literatura. 7/12/1820)

   Uno de los jalones de la revolución liberal en el Estado Español fue el levantamiento del coronel Riego, quien en 1820 capitaneó un levantamiento en Cabezas de San Juan (Sevilla), empleando las tropas destinadas a reprimir las sublevación de las colonias españolas de América. Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución de Cádiz y, como en 1810,  en España se implantó un sistema liberal. Los obreros de la fábrica de Guadalajara participaban del descontento social al que había dado lugar la delicada situación económica (una de las causas del alzamiento) y que proseguía en el nuevo marco político:

“Parece que se han recibido hoy noticias de Guadalajara, de las cuales resulta que ayer se reunieron unos cuantos grupos de obreros de aquellas fábricas nacionales, que habiendo concebido temores sobre su enajenación, y temiendo verse privados por esta circunstancia del trabajo con que creían poder subvenir a las necesidades de sus familias, prorrumpieron en gritos que hubieron de alarmar a los amigos de las instituciones  que felizmente nos gobiernan. Entre las aclamaciones se oyeron algunas al duque del Infantado, que hallándose según se dice, en la ciudad, se presentó inmediatamente a los amotinados, y les exhortó a no comprometer el nombre sagrado del rey, unido de hoy mas a la suerte del sistema constitucional, ni el del mismo duque que igualmente la había jurado, y estaba resuelto a sostenerlo. Asegurase  que esta arenga produjo un efecto completo, y que de resultas se dispersaron los grupos, y cesó enteramente la conmoción.” (Miscelánea de comercio, artes y literatura 12/ 4 / 1821)

    En el año 1822 la fábrica cerraría sus puertas y con ello se inauguraba una dura época para la clase trabajadora de Guadalajara y un decaimiento de la ciudad, mitigado con la instalación de la Academia de Ingenieros en 1833 y la fábrica de automóviles, camiones y aeroplanos “La Hispano” en 1919. Habría de transcurrir más de un siglo y medio para que de nuevo la industria resurgiera con fuerza en Guadalajara. Mientras, el contenido de esta carta de los trabajadores de la extinta real Fábrica de Paños dirigida al Ayuntamiento de la ciudad, exponiendo su precaria situación y la de sus familias a causa del paro sobrevenido a su cierre, fechada el 26 de julio de 1825, es una buena muestra de la triste condición a que quedó sometida la clase trabajadora de Guadalajara [6]

           Ilmo. Sr.

            Los abajo firmantes en nombre de todos los oficiales trabajadores de las Reales Fábricas de esta ciudad a V. S. I. con la mas profunda veneración y respeto exponen que la mendicidad en que se hayan reducidos, y por ella a la mas extrema miseria los alienta a recurrir a V. S. I como padre y protector de sus moradores, para manifestarle que sin que nosotros podamos atinar las causas que originan nuestra desgracia , vemos con dolor y sentimiento la ruina de nuestras mujeres e hijos por la falta de ocupación con que hace tres años nos hayamos, pues aunque renació en nosotros la esperanza de nuestro remedio cuando oímos que a una compañía francesa les había cedido su majestad sus R. Fábricas para que dándoles fuerza y vigor ocupasen todas las manos fabriles que se hallaban paralizadas por la fatalidad de los acontecimientos del Reino, vemos con admiración que a pesar del tiempo que ha transcurrido desde que se encargaron de ellas nada hemos adelantado y que nuestra desgracia va consumándose    hasta que llegue el momento de nuestro exterminio, pues aunque es verdad que se hacen algunos tejidos de paño y sargas, es en corta cantidad que examinando lo ganado con los meses que han transcurrido desde septiembre del año pasado en que se vieron empezar los trabajos, sacamos por cuenta bien formada que el jornal que hemos devengado entre hombres, niños y mujeres no pasa de 28 m cada día...”.  


[1] García Mercadal, J. : “Viajes de extranjeros por España y Portugal”. Tomo V, José M.ª. Jerónimo Fleuriot. Marqués de Langle (1717-1804) Junta de Castilla y León. Conserjería de Educación y Cultura. 1999. Salamanca. Pág.: 804.   
[2] Larruga. E., “Memorias políticas y económicas... “ Madrid, Imprenta de Benito Cano, 1787-1800. Tomo XVI. Pág.: 55
[3]                          ,                  “ .Tomo XIV. Pág.: 382
[4] López Barahona, Victoria: “Pobreza, trabajo y control social: las hilanderas de las Reales Fábricas de Guadalajara (1780-1800)” maytediez-blogia.com
[5] Guadalajara. Acta del Ayuntamiento de 12 de abril de 1820; “Representación sobre fabricas”, doc. cit.,Libros de Actas, 1820.
[6] AMGU. Dc. 403714

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