miércoles, 13 de abril de 2011

Guadalajara 1931. El PCE informa sobre los despidos en la "Hispano"

     Como en la mayoría de las ciudades españolas, también en Guadalajara, los trabajadores, la juventud y la pequeña burguesía, proporcionaron el triunfo con su voto a las candidaturas de la conjunción republicano-socialista el doce de abril de 1931, que dieron pié a la proclamación de la II República y al destronamiento de Alfonso XIII.

     La elecciones a Cortes Constituyentes, celebradas en junio de ese año iban a refrendar el triunfo de la primavera, obteniendo actas de diputados los catedráticos socialistas Marcelino Martín González del Arco, profesor de Física y Química del Instituto de Enseñanza Media de Guadalajara, que ya era el primer alcalde socialista de Guadalajara y, Miguel  Bargalló Ardevol, director de la Escuela Normal. Nunca había habido diputados socialistas por Guadalajara. Se comenzaba a quebrar el dominio del caciquismo impuesto por Álvaro de Figueroa y Torres, conde de Romanones, ejercido durante cuarenta años en la provincia de Guadalajara.

     Pero la situación económica albergaba malos presagios. La crisis mundial de 1929 empezaba a golpear también en el Estado Español. Concretamente en Guadalajara, donde años atrás, en la factoría conocida como “La Hispano” se habían  construido camiones para el ejército de África y  otros pedidos estatales (camiones depósito para la CAMPSA), aviones y automóviles de lujo. Todo ello había traído prosperidad a una ciudad en la que se llegó a albergar la creencia que iba a quedar atrás la miseria ligada a un provincianismo ancestral. Pero la nueva realidad económica mermaba aun mas un mercado, como el español, en el que entonces no abundaban  los individuos o familias con capacidad adquisitiva para comprar un coche.

     Y se empezaron a despedir obreros. La Republica, en la que tantas ilusiones se habían puesto, no ofrecía una salida para la situación de una ciudad que en aquel tiempo, supeditaba estrechamente su destino al de “La Hispano”. Las continuas visitas ministeriales de los diputados socialistas y republicanos en sus viajes a Madrid, no eran la mayoría de las veces sino para volver de vacío, a lo mas con  las consabidas promesas. El gobierno-tan moderado- de la joven “Republica de trabajadores”, con ministros socialistas, que pretendía gobernar para ricos y pobres,  no ofrecía ninguna salida a los trabajadores de Guadalajara, que de  forma alarmante engrosaban las listas del paro.

     El PCE en Guadalajara, de reciente andadura, se había originado en alguna medida  en la Hispano, por la llegada a la misma de obreros mecánicos  en los que ya había calado el eco de la Revolución de Octubre.[1] Por esos años el PCE compartía la política aprobada en el VI Congreso de la Internacional Comunista, según la cual los socialistas eran equiparables a los nacional-socialistas-“social fascistas” se dio en llamarles- y cuyos resultados quedan para el juicio de la historia. Aun siendo un pequeño grupo el PCE había presentado en Guadalajara un candidato en 1931 en las elecciones a Cortes constituyentes: Vicente Relaño, delineante, de vocación periodística, antiguo miembro de las JJ. SS. que obtuvo la cantidad de 127 votos.

    En una breve nota enviada a Mundo Obrero, los comunistas de Guadalajara evaluaban  el  contexto laboral y político creado con los primeros despidos de esta empresa :  

 De Guadalajara
     En la Hispano-Aviación de Guadalajara, fábrica que cobra pingues pesetas por subvención del Estado, han sido despedidos 100 obreros sobre 326 que allí trabajaban. El pretexto es falta de trabajo. Pero muchos obreros sospechan que se trata de una maniobra para deshacerse de los “perturbadores”, esto es de los compañeros mas activos y conscientes.
 
    Estos obreros pertenecen al sindicato “La Esperanza” de la UGT. Pero los dirigentes ugetistas, hoy gubernamentales, no han querido hacer el paro general proyectado y acogido  por toda la clase obrera de Guadalajara, pretextando no querer secundar la “huelga revolucionaria” de los sindicalistas “contra la Republica”.

     Socorro de paro no existe. El cacique local socialista, hoy diputado con 1000 pesetillas, agitó, como plataforma electoral la Caja de Seguro de Paro. Han ganado las elecciones y los mandatos con buenas dietas pero tal caja no aparece por parte alguna.

    Muchos obreros que votaron ilusionados a la conjunción republicano-socialista con Guardia Civil, ya están desencantados y se dan de baja en las organizaciones manejadas por los caciques socialistas, que ahora sustituyen a los caciques monárquicos.

                                                                                                                          Proletario

                                                                   (MUNDO OBRERO, 18-VII-1931)
 


[1] Testimonios personales de antiguos trabajadores de la Hispano.

domingo, 13 de febrero de 2011

Setiles (Guadalajara), 1930. Compañía Minera De Sierra Menera. Sindicato Católico versus Sindicato Socialista


Por Enrique Alejandre Torija

Desde el comienzo de la explotación, a principios del siglo XX, de las minas de hierro de Sierra Menera por la Compañía Minera del mismo nombre, propiedad de los empresarios vascos Ramón de La Sota y Eduardo Aznar, ubicadas, en lo términos municipales de Ojos Negros (Teruel) y Setiles (Guadalajara), la extrema dureza  caracterizaba las condiciones de trabajo para los mas de 800 obreros que llegó a haber allí empleados en algunos periodos de tiempo. Rafael Martinez, maestro socialista, oriundo del cercano pueblo de Tordesilos (Guadalajara), describía así la situación: “Trabajan en sus minas obreros de los pueblos limítrofes (Aragón y Castilla), y como en estos pueblecillos, generalmente, la propiedad territorial está tan repartida que a penas hay un solo individuo que no posea una pequeña parcela con sus anejos, la Compañía, aprovechando estas circunstancias y a cambio de la concesión de ciertos permisos para realizar sus pequeñas labores agrícolas los explota a su antojo.

Estos obreros, para asistir al tajo, han de salir a las cuatro de la mañana de su casa. u jornada no termina hasta las siete de la noche, que regresan a su hogar, habiendo ganado el que mas un jornal de 2,50 pesetas. Esto es lo que la Compañía paga por la peligrosa y penosa labor de extraer el mineral de las canteras durante doce o trece horas.”

La Junta del Sindicato Minero de Ojos Negros denunciaba en el semanario socialista turolense Adelante, el 7 de marzo de 1930, que “los mineros de esta cuenca perciben salarios de hambre y es justo y necesario remediar su miseria” a la par que reclamaba de la Compañía de Sierra Menera una subida salarial de 1,25 pesetas diarias. También denunciaba “ las dificultades y agobios que encuentran por el pago que han de hacer forzosamente por el alquiler de inmundas viviendas...”, y los problemas que tenían para adquirir bienes de consumo en la Cooperativa.

Para contrarrestar el creciente predominio de los sindicatos de orientación socialista o anarquista entre los trabajadores, la Iglesia Católica, apoyada por la burguesía, fomentó la creación, a inicios del siglo pasado, de sindicatos católicos. La influencia de la Iglesia sería aprovechada y potenciada por Ramón de la Sota, para obstaculizar el desarrollo del sindicalismo de clase en el caso de Sierra Menera: “Uno de los medios que la Compañía utiliza para que en los obreros no encarne el espíritu de rebeldía, es crear y fomentar las escuelas católicas, que son regentadas por curas en los barrios mineros. a mas de dar crecidas subvenciones a los curas y secretarios de los pueblos inmediatos a las minas ; a los curas bajo el pretexto de que digan misa a las cuatro de la mañana en sus respectivas parroquias, para que los mineros, antes de ir al trabajo, se santigüen y se resignen en la perra vida que les tocó en suerte; y a los secretarios, por no se que papelitos que les encargan. Pero lo que se ha sacado en limpio es que una papeletita del cura o del secretario de estos pueblos asegura el trabajo, y otro papelito o denuncia de los mismos lo quita.” Con el mismo objetivo, dentro de su política “paternalista”, organizaron una Sociedad de Socorros Mutuos, construyeron viviendas para los obreros y una Cooperativa de Consumo.

En Setiles el Sindicato Católico competía con el Sindicato Minero por lo que en las páginas de Adelante se hacia este llamamiento: “Obreros del Sindicato Católico de Setiles: ¿Cuando os vais a convencer de que estáis en un sindicato que no os sirve para nada? ¿Cuando os vais a convencer de que mientras el obrero esté regido por los caciques nunca se resolverán las cosas a su favor ...? (...) “Nosotros cuando hacemos reclamaciones, las hacemos para todos los obreros, católicos o como sean. Y os acogeremos a gusto entre nosotros el día que os decidáis a huir del lado de los explotadores...”

Lo cierto es que en esta localidad el sindicato socialista no actuaba con la diligencia esperada, lo cual dejaba un vacío que era aprovechado por un sacerdote que dirigía el sindicato católico. De como se desarrollaba esta pugna y de las medidas que habían de adoptar los afiliados a la UGT para desterrar el amarillismo nos da cuenta este informe, enviado por “un obrero socialista” y publicado en El Socialista, el 13 de agosto de 1930, donde exhorta a sus compañeros a retomar la tarea para que el sindicato obrero gane influencia :

“SETILES, 12. El estado de abandono de las organizaciones obreras de esta localidad afectas al Socialismo exige de nuestros militantes una intervención enérgica y decidida para que nuestros ideales se extiendan con la amplitud que merecen.

Los trabajadores locales no es que rechacen la semilla socialista ni se avengan a un acuerdo de criterio, sino que, al contrario, observan una actitud favorable a nuestro Partido. Pero, aun así, el ambiente local no es favorable a crear organizaciones de este matiz.

En Setiles hay un Sindicato católico con veinte años de existencia, que está dirigido por el sacerdote local que aprovecha la fuerza de la fe para mantener ese organismo de falsa sociología. De la forma en que cumple su misión de defender a los obreros da idea el hecho de que hace varios años al comenzar a aplicarse la ley de Accidentes de trabajo, ni siquiera se enteró de ello, y fue necesario un caso fortuito, en que resultó herido el sobrino de un secretario municipal, que puso en claro el asunto, para que los obreros disfrutaran de esos beneficios. Lo que prueba que al crear esos Sindicatos amarillos solo se persigue un afán de dominio para evitar que el obrero se emancipe de ciertos necios perjuicios, mientras que las reivindicaciones a reclamar en cuestiones de salarios y jornada yacen en el mas completo abandono.

Es necesario que los obreros se den cuenta de que por ese camino sólo se van a perpetuar un estado de explotaciones indignas y apartarse de las corrientes socialistas que ahora comienzan a imponerse en el mundo.

Esperamos de los afiliados del Sindicato Obrero Socialista que no se dejen abatir por las dificultades que se oponen a la labor de organización. El espíritu de los trabajadores es favorable a una actuación francamente socialista. Solo se trata de vencer apatías e indiferencias, lo que se puede lograr fácilmente introduciendo nuestra prensa y formando una sección que invite a todos los trabajadores a ingresar en su seno. Un obrero socialista

sábado, 22 de enero de 2011

MINAS DE HIENDELAENCINA (GUADALAJARA), 1914. 647 FIRMAS CONTRA LA GUERRA DE MARRUECOS.


MINAS DE HIENDELAENCINA (GUADALAJARA), 1914. 647 FIRMAS CONTRA LA GUERRA DE MARRUECOS.
Enrique Alejandre Torija

El pasado 9 de julio se cumplieron 101 años del ataque por los rifeños a un grupo de trabajadores que construían un puente para el ferrocarril minero del Rif, que dió lugar al comienzo de la guerra de Marruecos. Los intereses españoles en las Minas del Rif, desde su descubrimiento a principios del siglo XX, estuvieron en el centro de este conflicto que desde 1909 hasta 1925 enfrentó al ejército colonialista español contra los rifeños. Junto con el Marqués de Comillas, el Duque de Tovar y el propio rey Alfonso XIII, el Conde de Romanones era uno de los principales accionistas de la Compañía Española de Minas del Rif, explotadora de los yacimientos. La burguesía española, tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas apostaba por la presencia en Marruecos, como una fuente de beneficios económicos, donde además de las explotaciones mineras se ofrecían otros campos de inversión en construcción de ferrocarriles, obras públicas, etc. Por otra parte, razones de prestigio para el mando militar, tras su humillación en la guerra contra EE. UU., le hacia necesitar un nuevo conflicto donde recobrar el honor perdido. A su vez Alfonso XIII ponía su interés en tener contentos a los generales, ya que la recuperación del trono por la dinastía borbónica española en 1874 se había debido a ellos.

La guerra de Marruecos se convirtió en una terrible sangría de hombres y recursos, lo que la hizo tremendamente antipopular, desencadenando una amplia oposición a la misma. La movilización de reservistas en 1909 (muchos de ellos casados), tras las cuantiosas pérdidas militares españolas en los combates del monte Gurugú, decretada por el entonces presidente del gobierno Antonio Maura, suscitó un ola de movilizaciones en todo el país, cuya máxima expresión la constituirían los sucesos revolucionarios de la Semana Trágica de Barcelona, entre el 26 de julio y el 9 de agosto de ese mismo año. Anarquistas, republicanos y socialistas encabezaron la protesta contra la misma. Una guerra donde “los de siempre”, obreros y campesinos, defendían los intereses de unos pocos, pues los que podían se libraban de ir a filas pagando su redención en metálico, unas 1500 pesetas.

En Guadalajara, los trabajadores y la juventud hicieron entonces su aportación a la lucha contra esta guerra. Las Sociedades de panaderos, dependientes de comercio, albañiles, agricultores, carpinteros, obreros en piedra, tipógrafos, pintores decoradores, tejeros, cerrajeros, camareros, cocineros y similares, de la Federación local de UGT se adhirieron en 1913 a la campaña promovida por el Partido Socialista contra la “carnicería” en Marruecos. Las Juventudes Socialistas celebraron un mitin en Guadalajara en el verano de ese año, donde todos los oradores se pronunciaron enérgicamente contra la contienda, como igualmente se hacia en una adhesión al mismo de la escritora progresista, afín a las ideas del socialismo, Isabel Muñoz Caravaca, y la de 120 trabajadores del pueblo alcarreño de Sacedón que habían constituido una sociedad obrera.

A principios del pasado siglo, Hiendelaencina era la localidad donde, desde su descubrimiento en 1844, la explotación de las minas de plata concentraba una de las mayores poblaciones obreras de la provincia, en la que existía una agrupación republicano-socialista. La prensa de Guadalajara publica en 1910 la reseña de un acto que ha celebrado dicha coalición en este pueblo, en el que han intervenido un abogado llamado Quesada y otro orador socialista.

En 1911 se publican en El Socialista un conjunto de notas firmadas por Indalecio Bravo, secretario de dicha Agrupación, felicitando la labor parlamentaria de Pablo Iglesias. Para aquél, en otro ejemplar de El Socialista aparece un envío cuantioso de literatura socialista. De la pluma de Indalecio Bravo se informa en el diario mencionado sobre accidentes en las minas, las condiciones de vida de los trabajadores y el cierre de la mayor parte de la explotación minera en 1915. Especialmente interesante es esta nota sobre las vicisitudes de la recogida de 647 firmas contra la guerra de Marruecos en enero de 1914 en este pueblo minero, donde nos describe a los personajes y sus reacciones cuando les pide que estampen su rubrica, lo que constituye un interesante testimonio del profundo sentimiento popular que existía contra esta guerra:

Hiendelaencina 27. Sr. D. Mariano García Cortés, director de EL SOCIALISTA.

Estimado director: Remítole pliegos con 647 firmas. No van con aquella limpieza que hubiéramos deseado, toda vez que han sido sorprendidas en el trabajo y estampadas por manos prácticas.

Me he tomado la molestia de ir casa por casa, y puedo decirle que al llegar á algunas casas y decirles el objeto de mi visita varías mujeres lloraban, aunque estas no tenían hijos ni parientes en África (mil firmas decían cogerían). Puede usted estar orgulloso de esa iniciativa tan laudable. Le aseguro que todos los vecinos están representados.

Es digno de tenerse en cuenta y pueden insertar sus nombres para que sean conocidos en toda España por los obreros, los que en esta se han negado a firmar, dada su cultura y posición. ¡Sólo tres!.

Roque Pascual, cuando se lo anunciaron en la barbería, donde dejó su pliego y me recogieron 20 firmas, personalmente a mí se me negó.

Daniel Bansora, administrador y pagador de la mina La Plata. este me dijo sí firmaba; pero antes de hacerlo tenía que ver la firma de sus jefes; aunque firmó uno, no quise volver a molestarlo.

Y vamos con el tercero: éste fué en su propia casa. Juan Targhetta, capataz facultativo de las minas. Me dijo que no firmaba porque no sabía si era ó no la guerra beneficiosa para España. Contesté que de ninguna forma son las guerras beneficiosas.

Tal vez espere este hombre, si fracasa como director de una mina que tiene el hermano de Romanones, y de otras que representa en ausencia del director, merecer que el “Sindicato del Diablo Cojuelo” le coloque en Äfrica por su negativa a firmar.

Los médicos, farmacéuticos, maestros y capataces de otras minas de este, en contra de su voluntad, debieron haber firmado. Creedme que si hubiera tenido tres mujeres de rasgo como las verduleras, ó las cigarreras, el domingo, al ir á la iglesia, les hubiera animado para que le hubieran dado un baño en la fuente del pilón.

Todos los concejales y el alcalde han firmado.

Como no dejará de llamarles la atención las firmas que van autorizadas a ruego con mi firma, éstas pertenecen parte a la calle de Guadalajara y Peñas, donde no encontré mas que media docena que supieran firmar. ¡ Cuanto sentían no poder hacerlo!.

Debo manifestar que el ir a las casas es emocionante, y solo, como fui, mas; dos horas que fui acompañado de un compañero fue mas llevadero; fíjense en la firma de Bernabé Cortezón que va en la hoja. Es la del señor alcalde de Hiendelaencina; por ella puede juzgarse a la altura de cultura en que nos encontramos. I. Bravo.7

1 El SOCIALISTA, 1-8-1913
2 LA PALANCA, 4-10-1910
3 EL SOCIALISTA, 6-1-1911, 13-1-1911, 19-3-1914 y 16-6-1914
4 “ “ , 2-6-1911
5 “ “ , 2-6-1914
6 Velada alusión al conde de Romanones, pues, como es sabido, padecía cojera.
7 EL SOCIALISTA, 29-1-1914

jueves, 13 de enero de 2011

LA CASA DEL PUEBLO DE GUADALAJARA


Casa del Pueblo de Guadalajara en 1926. Archivo Goñi


                                                                                                     Enrique Alejandre Torija
                                                                                   
    Al comenzar el siglo XX, la Unión General de Trabajadores ya tenía un número significativo de afiliados en Guadalajara: “En 1900 existían en la capital alcarreña unas cuantas Sociedades, diseminadas en diferentes locales, exentas de fuerza por su escaso número de adheridos u por su poca cohesión. Entre estas sociedades se encontraban las de Albañiles, carpinteros y Panaderos”
   
   Este incremento asociativo devino en la necesidad de que estas Sociedades se organizaran  en una Federación Local y contaran con sede propia:
.
    Pasaron tres años, en cuyo lapso de tiempo se organizaron otras nuevas Sociedades, que, mejor orientadas, convinieron en organizar la Federación obrera local, compuesta en esa fecha por las Sociedades de Panaderos, Albañiles, Carpinteros , Agricultores, Herreros, Pastores y Pintores.
 
   Al acto de inauguración, previamente invitadas, acudieron 15 Sociedades obreras de Madrid.”[1]

    
       El suceso tuvo lugar tras la manifestación del Primero de Mayo de 1904[2] en la casa número ocho de la plaza de Santa Maria. Un año mas tarde, la Federación de Sociedades Obreras de Guadalajara, creaba su primer Comité local, presidido por Fernando Relaño y su propio órgano de prensa, La Alcarria Obrera, “Periódico quincenal. defensor de los intereses obreros”, como rezaba su subtítulo, en abril de 1906[3] En noviembre de 1907 daban comienzo  las clases nocturnas. La celebración de conferencias era frecuente con oradores, no siempre socialistas. Contaba el Centro  Obrero con biblioteca, un Orfeón, una Sociedad Varia Filarmónica y un Cuadro artístico teatral. Al promoverse la idea de la creación de la Universidad Popular en la ciudad, la Federación de Sociedades Obreras ofreció sus locales para la misma. Los trabajadores de Guadalajara tenían la  necesidad de un espacio propio, no tan solo para las tareas políticas y sindicales, sino para poder llevar a cabo además  toda actividad que contribuyera a aumentar su conciencia acerca del papel y el lugar que les correspondía en el mundo, para adquirir una cultura de la que carecían y,  para desarrollar su potencial creativo, como contrapeso a una sociedad que  les ofertaba un ocio de poco mas que toros, tabaco y taberna.


      En 1912, la UGT adquirió en propiedad un edificio viejo lindante con la plaza de Marlasca por 5.500 pts. Tras su demolición, con otras 12000 pts, tan solo se pudieron levantar las paredes de una casa con cuatro fachadas y  cubrir aguas.[4] Los trabajos se llevaron adelante por los propios obreros asociados, no sin dificultades  por el problema que representó la persistente inundación de las zanjas para la cimentación.[5]

      En abril de 1915 las Sociedades Obreras decidieron reanudar las obras para poder habitar por lo menos  lo ya construido. En Agosto ya se habían terminado, habiendo gastado en total hasta entonces unas 38.000 pts.

      Las obras han sido dirigidas por el albañil, Isidoro Fernández y por Luis Ranz, carpintero, natural de Fuencemillan, afincado en Guadalajara, pero cuyos años mozos transcurrieron en Madrid, donde formó parte del núcleo inicial del PSOE.  La superficie de la Casa era de  363 metros cuadrados. Podemos tener una idea del edificio por la descripción que El Socialista  hacia del mismo en esos días: “La parte terminada está distribuida entre un hermoso vestíbulo, con el piso de mosaico; a la izquierda la Cooperativa con un gran sótano; a la derecha la escuela, salón café, habitaciones para el conserje, la biblioteca, una secretaría, retretes a la moderna, etc (...) La Casa posee también una hermosa terraza, y su solidez está garantizada, pues todo el edificio es de hierro y ladrillo, estando dotado de agua caliente, lo que hará que sea sumamente higiénico el nuevo local de los obreros alcarreños”[6] Posteriormente se añadieron nuevas plantas y dependencias al edificio.

     El 5 de septiembre de 1915 la Casa del Pueblo de Guadalajara fue inaugurada por Pablo Iglesias quien pronunció una conferencia en el Teatro principal en la que expuso el ideario socialista.[7] No le era ajena la ciudad al dirigente obrero, pues en ella le habían dado hospitalidad sus entonces compañeros de la agrupación socialista de Guadalajara, Julián Fernández Alonso, Enrique Burgos y Alfonso Martín, entre otros, en el ya lejano año de 1882, ya que por la huelga de tipógrafos y el Congreso de constitución de la Federación Tipográfica su salud se había resentido y hubo de  descansar. En 1925, otro dirigente socialista, Julián Besteiro, vino a inaugurar la Biblioteca del Centro obrero, que se había constituido con aportaciones de particulares y donaciones del Ayuntamiento y la Diputación provincial. Pero en esta ocasión no hubo conferencia, pues el Directorio de Primo de Rivera consentía la actividad socialista hasta un límite.[8] 

   Y la Casa del Pueblo dio para mucho.  En un artículo publicado en el diario madrileño “La Libertad” (18-3-1928), de la pluma de Juan José Morato, este  decía lo siguiente sobre la actividad que se desarrollaba en ella:

   “Una magnífica Casa del Pueblo, toda luz, blancura, limpieza, amplitud, comenzando por el vestíbulo y por la escalera majestuosa.

    Una Casa del Pueblo donde se albergan Albañiles, Carpinteros, Agricultores, Constructores de Carruajes, Oficios Varios, Metalúrgicos, Dependientes de Teatro, Camareros, Panaderos, Vaqueros, Dependientes de Comercio, Unión Automovilística, Tejeros, Tipógrafos, el Arte del Vestido (organismo femenino), Repartidores de pan, Agrupación Socialista, y también-hecho ejemplar-un grupo llamado de Profesiones liberales, mas una Deportiva Obrera y un grupo artístico. En total 1065 afiliados...(...)

    Hay en él (edificio) una buena biblioteca, un excelente gimnasio y un salón donde hay un piano para la enseñanza- a más del recreo-, mesas de escribir y maniquíes con trajecitos de papel para la enseñanza de corte y confección”

    La Casa del Pueblo de Guadalajara cumplió la tarea para la que había sido creada, en una sociedad que negaba de hecho el acceso  a la cultura,  la educación física,  la realización de actividades artísticas..., a los obreros.  En 1939. saldada la guerra civil con la derrota de la clase trabajadora, la Casa del Pueblo fue ocupada por el bando vencedor para otros menesteres, no sin antes destruir todo cuanto de progresista y emancipador había representado esta institución para el proletariado de Guadalajara . 


[1] ACCIÓN SOCIALISTA, 26-12-1914
[2] La CRÓNICA, 9-5-1904
[3] Calero Delso, J. P. “Elite y Clase”, Pág.: 454
[4] EL SOCIALISTA, 4-9-1915
[5] Serrano Rojo, Modesta Soledad, “Los movimientos obreros en Guadalajara: historia comentarios y reflexiones”. Guadalajara. Edición de la autora. 1990. Págs.: 51 y 52
[6] Ibídem
[7] Alejandre Torija, Enrique. “El movimiento obrero en Guadalajara. 1868-1939”. Pág.: 168. Fundación Federico Engels. Madrid. 2008.
[8] Ibídem. Pág.: 179

miércoles, 5 de enero de 2011

INTRAMUROS


                                    
                                                                                               
                                                                                                    Enrique  Alejandre Torija

            “Hoy se ve, que no habiendo la mitad de gente que solía, hay doblados religiosos, clérigos, y estudiantes; por que ya no hallan otro modo de vivir, ni de poder sustentarse. La razón fundamental es, porque hasta pocos años ha el cuerpo  y nervio, eran los oficiales,. como se fabricaba tanto para España y toda Europa, y las Indias, un oficial, o labrador, casaba su hija con un pobre mozo, como tuviese oficio, con que  ganaba tan de ordinario una comida, que parecía renta: de donde emanó el proverbio del siglo dorado nuestro quien ha oficio, ha beneficio, porque había tanto, en que ganar de comer, que era renta perpetua como beneficio eclesiástico. Y viendo que ya no hay donde ganar un real, no quieren enlodar sus hijas, ni hijos, sino que estudien, y que sean monjas, clérigos, y religiosos; porque el oficio ya ha venido a ser maleficio, y de oprobio para el que lo tiene pues no le sustenta”
                                                                                       Representación de la Universidad de  Toledo al rey Felipe III[1]

           En el siglo XVII una terrible crisis económica sacudía los reinos hispánicos, afectando especialmente a Castilla, cuya población se veía reducida en proporciones   drásticas. De entre las causas que ahora llevaban a la ruina a la que hasta ayer había sido la principal potencia manufacturera de Europa, como eran las guerras de Flandes, la  llegada de los metales preciosos de las Indias, la desconsideración hacia el trabajo manual, el lujo cortesano, la entrada en el país de mercancías extranjeras, la expulsión de los moriscos...., no era la menor el excesivo número de religiosos que existía en el reino viviendo a expensas de las rentas de la Iglesia. La ausencia de alternativas a la subsistencia llevaba a que muchos “se ponen a frailes como oficio”[2]. En la misma ciudad de Guadalajara, cuya decadencia era acusada en el siglo XVII, existían catorce conventos.[3] Ya en la segunda mitad de la centuria anterior  el número de eclesiásticos se acercaba al millar.[4] Todavía a mediados del siglo XVIII había trece cenobios y cuatrocientos individuos que hacían profesión de vida religiosa, en una población que no superaba los 5.200 habitantes.[5]

        En el siglo XIX, la desamortización de Mendizábal llevaría a la desaparición de muchos claustros e iglesias en las ciudades españolas, iniciándose así su transformación urbana donde los inmuebles religiosos son aprovechados con frecuencia para, tras ser reformados, instalar organismos  oficiales, o abrir nuevos espacios urbanos en caso de su derribo.

         La Iglesia Católica en España conservaba un enorme poder económico y político a principios del siglo XX. Las distintas corrientes del movimiento obrero(anarquistas, republicanos, socialistas) tenían el nexo común del anticlericalismo. Este, que había constituido un elemento propio del ideario de la burguesía en los orígenes del liberalismo, era adoptado ahora por la clase trabajadora que desertaba en masa  de las prácticas religiosas. En 1909, durante la “semana trágica” de Barcelona, la ira popular se  orientó a la quema y destrucción de iglesias y claustros católicos, al igual que ya lo había hecho en revoluciones precedentes. Como aconteció en Guadalajara en 1868, tras el destronamiento de Isabel II y  la proclamación de la Junta Provisional de Gobierno en la ciudad, cuando el 30 de septiembre de 1868 no menos de doscientos personas se concentraron en la Plaza de Carmen, frente al convento de las franciscanas concepcionistas donde se hallaba  Sor Patrocinio, “la monja de las llagas”, con el objeto de asaltarlo. La intrigas de esta monja en la corrompida corte  de Isabel II, sobre la que ejercía gran influencia, fueron causa de esta expresión  de  repulsa del pueblo de Guadalajara  hacia la  reina y su  consejera. Tras el intento de derribar a hachazos las puertas del convento, la crítica situación de las monjas se solventó por la intervención  de algún republicano, que tenía allí a dos  hijas  internadas. Transcurridos  unos días, Sor Patrocinio hubo de huir  por la noche, auxiliada por algunas personalidades de la ciudad.[6]


         En el mes de septiembre de 1911, el Ayuntamiento .de Guadalajara, presidido por el alcalde romanonista Miguel Fluiters decidió derribar la  parte ruinosa  de uno de los conventos existentes en Guadalajara: el de Santa Clara-como igualmente lo había hecho con casas colindantes en muy mal estado-ante el peligro que representaba para el vecindario y las mismas monjas, en el que además existía un cementerio que constituía un permanente foco de infección. Se trataba por otra parte de ensanchar la que entonces era la principal vía ciudadana, la calle Mayor baja, al objeto de facilitar la vida  comercial  y con ella el progreso de una localidad, del que no andaba sobrada. La Federación Obrera de Guadalajara (UGT) apoyó esta medida  con el visto bueno de sus concejales- Fernado Relaño Mayor, José Dombriz Corrales y Luis Martín Lerena-,[7] que de paso ofrecía algunos empleos a la clase trabajadora local, de los que tan necesitada estaba.

         No sin polémicas y resistencias se acometieron por fin las demoliciones. Las monjas demandaron al Gobernador civil y al Juez de primera instancia el procesamiento del alcalde e incluso se llegó a pedir su excomunión.[8] Los elementos mas clericales  llevaron a cabo una tenaz campaña contra esta decisión municipal. Para zanjar el asunto el conde  de Romanones ofreció al Arzobispo de Toledo la compra del edificio a expensas de su propio pecunio, lo que se llevó a cabo por la módica cantidad de 60.000 pesetas. No descuidaba sus intereses Álvaro de Figueroa, pues llevó a efecto un gran negocio al construir un  hotel (Hotel España) en la parte del convento limítrofe con la calle Mayor y vender los solares y materiales del que había sido inmenso inmueble.[9]

          Tras la marcha de la monjas el público pudo acceder libremente al convento. El entonces órgano de prensa de la UGT arriacense, Juventud Obrera, dirigido en aquellos días por el republicano Tomás de la Rica, transmitía estas impresiones sobre lo allí visto:  

            Ya han dejado de llorar algunos demócratas de sacristía con motivo de la marcha de las Monjas de Santa Clara.
             En su fervor místico han llegado  hasta el extremo de llamar canallas y borrachos a los obreros que  sean ocupados en el derribo de este inmundo y ruinoso edificio.
             Para vocabulario grosero el de estos clericales.
             Merecían que los atasen a la argolla que tenían preparada las Monjas, para las madres que se volvían locas.

                                                                       _
            Y a propósito de esa argolla.
            Todas cuantas personas han visitado ese convento, han tenido ocasión de contemplar un cuarto cuya puerta estaba provista de dos fuertes cerrojos y dos cerraduras.
            A la izquierda  de esa puerta había una ventanilla con una mirilla y un hierro con candado para que no se pudiese abrir.
           En ese cuarto y a una altura de treinta centímetros se veía una argolla de hierro adosada a la pared.
            Las Monjas, que antes de abandonar el convento destrozaron el coro y la iglesia para llevarse altares, sepulcros y estatuas de mérito, no tuvieron la precaución de hacer desaparecer del cuarto citado las señales del martirio, cosa de que ahora se ha cuidado alguien pues ya no está la argolla ni el ventanillo de la mirilla.
           No ha quedado mas que la puerta con las dos cerraduras.
          Dicen que ese cuarto estuvo destinado a una Monja que se volvió loca.
          ¿Pero es que además de tantos cerrojos y cerraduras, había necesidad de amarrar en blanco a aquella desgraciada enferma?
           ¡Pero vaya unos sistemas de curación que se usan en los conventos![10]


[1]  Nota en Rodríguez Campomanes., Pedro: “Discurso sobre la educación popular de los cortesanos y su fomento”. Madrid. Imprenta de D. Antonio de Sancha. 1775. Pág.: 416
[2] Manrique, Fr. Ángel , “Socorro que el estado Eclesiástico de España parece podría hacer al Rey N. S. en el aprieto de la hacienda en que se haya, con menor mengua de su inmunidad, y autoridad, y provecho mayor suyo, y del Reino”. Salamanca. Imp. De A. Ramírez, 1624, cap. VII, 7
[3] Herrera Casado, Antonio, “H ª de Guadalajara”, Guadalajara. 1992. El Decano. Pág.: 147
[4]                       ,            ,  “”                       “,                  .       .               .        :174
[5] A .G. S. , Dirección General de Rentas, 1ª remesa, libro 306, folio 97.
[6] Cordavias. Luis, “Memorias de un periodista alcarreño”, publicadas en NUEVA  ALCARRIA en los años 1945 y 1946.
[7] AMGU. Acta del Pleno del Ayuntamiento de Guadalajara, 13-9-1911
[8] FLORES Y ABEJAS, 24-9-1911
[9] Diges Antón, J., “Resumen histórico del convento de las monjas Clarisas de Guadalajara”. Guadalajara. 1917.
[10] Reproducido en EL MOTIN, 19-9-1912. Hemeroteca Nacional