miércoles, 29 de diciembre de 2010

1 DE MAYO DE 1901. LA PRIMERA CELEBRACIÓN DEL DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES EN GUADALAJARA.


1 DE MAYO DE 1901. LA PRIMERA CELEBRACIÓN DEL DÍA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES EN GUADALAJARA.

                                                                             Enrique Alejandre Torija


“GUADALAJARA 1, 12,13 t.

      En este momento termina la manifestación realizada por la sociedad de Albañiles para conmemorar la fiesta del trabajo.
      
      Se dirigieron al Gobierno civil donde hicieron entrega del mensaje pidiendo la jornada legal de ocho horas.

     El gobernador manifestó que participaría al gobierno los deseos de los trabajadores, felicitándoles por la sensatez que han demostrado.

     Los obreros dieron vivas al gobernador, a la jornada de ocho horas y a la sociedad de Albañiles.

     Esta noche se celebrará en el Ateneo obrero una velada para solemnizar el 1.º de mayo.

    Todos los obreros de esta población festejan el día de hoy._ ALFONSO” 
                                                                               (La Correspondencia de España, 2/5/1901, Madrid)

   La jornada del Primero de Mayo, tiene su origen en la detención de cinco anarquistas ( Engel, Fischer, Parsons, Spies y Linng) en Chicago, y su posterior ejecución en 1886, por el “delito” de reclamar  las ocho horas de trabajo. Al fundarse en 1889, la II Internacional instituyó esa fecha reivindicando las ocho horas de trabajo, para ser completadas con otras ocho de sueño y ocio, por lo que a tal fin convocó manifestaciones en todo el mundo. En España la celebración del Primero de Mayo tuvo lugar por primera vez en 1890. En Madrid, donde la convocatoria se desplazó al 4 de mayo, 30.000 personas salieron a la calle ese día y los socialistas hicieron entrega al Gobernador de un pliego de peticiones: ocho horas de trabajo, jornada de seis horas para los jóvenes de 14 a 16 años, supresión del trabajo nocturno de  mujeres y niños, descanso interrumpido de 38 horas semanales, prohibición del trabajo de niños... La convocatoria se hizo conjuntamente con los anarquistas y tuvo éxito, y ese día se convirtió en la mayor demostración de fuerza obrera habida hasta entonces en España.

    Once años mas tarde, la sociedad de Albañiles de UGT, recién creada en Guadalajara, decidió llevar a cabo la celebración del Primero de Mayo, para lo que organizó una manifestación en el Paseo de Las Cruces, a la que asistieron unos doscientos albañiles que portaban una bandera verde y morada. Al llegar al Gobierno civil, ubicado entonces en la plaza de Jaúdenes ( actual Concordia) , la Comisión organizadora entregó al Gobernador civil, Sánchez Lozano, un mensaje con sus reclamaciones, cuyo  texto  era este:

    “Sociedad de albañiles de Guadalajara:
Excmo. Sr. Esta sociedad da a V. E. las mas expresivas gracias, por la bondad con que ha atendido nuestra humilde petición y suplicamos a V. E. en este día para que recabe de los poderes públicos la forma de mejorar en lo posible la situación tan aflictiva porque atraviesa esta clase tan desgraciada como honrada. Nuestra petición se reduce a que sea una ley la jornada normal de ocho horas de trabajo en todo tiempo con el fin de quitar el contingente de obreros parados que hay la mayor parte del año. Gracia que no dudan en alcanzar de la benevolencia y justicia recta de V. E. Dios guarde a V. E. muchos años. Guadalajara 1 de Mayo del año 1901. Por la Sociedad, la Comisión. Ignacio Aragonés, Pedro Vandelmer, Nemesio Castillo, Juan Bautista López. Excelentísimo Sr. Gobernador de la provincia.”[1]


      Y desde ese día y en la misma fecha, la clase obrera de Guadalajara ha seguido saliendo a la calle ( en mayor o menor medida, con mayor o menor entusiasmo, bien es cierto), salvo los periodos de las dictadura de Primo de Rivera y Franco, aunque no por ello dejaran de realizarse bajo esos poderes reuniones de trabajadores reivindicando el verdadero significado del aniversario de los mártires de Chicago. Y como no solo de pan vive el hombre, los  trabajadores  de Guadalajara, como los de cualquier otro lugar, sin cuyo amable permiso no gira una rueda, ni se enciende una lámpara en ningún sitio, sigue necesitando de la reducción de jornada, para disponer de ese tiempo que se nos escapa y emplearlo en un ocio  creativo para su completa emancipación, lo cual sería algo perfectamente posible hoy, donde a diferencia de otras épocas, el creciente empleo de la técnica en la producción ha hecho aumentar enormemente la productividad del trabajo.
   


[1] LA CRÓNICA, 2-5-1901

viernes, 10 de diciembre de 2010

Apuntes históricos sobre la guerrilla en Guadalajara

José Angel Morales de la Llana

En la provincia de Guadalajara el grupo guerrillero que tuvo más presencia fue la AGLA (Agrupación Guerrillera Levante-Aragón), que tenía su centro de operaciones en la cercana Serranía de Cuenca, y actuó, en nuestra provincia, en la comarca del Alto Tajo. De entre estos guerrilleros, habría que destacar a “Amador”, vecino de Armallones y a “El Pena”, de El Recuenco.
 
La organización de la guerrilla en España fue cosa del PCE, lo que no impidió la participación de socialistas, republicanos y anarquistas.

La guerrilla en España surgió en un contexto de represión brutal al acabar la guerra civil. Es la represión la que da origen a los “huidos”, individuos perseguidos por su militancia o por haber combatido del lado del gobierno democráticamente elegido. Estos huidos forman pequeños grupos que, al principio, no tienen más afán que sobrevivir. Así sucede con “Amador”, que sobrevivía sólo en el monte hasta que tomó contacto con la AGLA. 

La guerrilla pretendió ser un instrumento de hostigamiento contra el franquismo, albergando la esperanza de, o bien una insurrección popular generalizada, o bien de vincular el conflicto europeo con el español para librar a España de la dictadura franquista. El primer problema que enfrentó fue el de la pura supervivencia y, pronto, su consolidación, para pasar a la ofensiva.

En 1944 varios miles de guerrilleros españoles que habían combatido en Francia intentan entrar en Espña por el Valle de Arán, intentando vincular la guerra en España con la Segunda Guerra Mundial, en la que ya estaban perdiendo los nazi-fascistas; la derrota del fascismo europeo expulsaría al fascismo de España. La estrategia de vincular la el conflicto español al europeo era la que defendían, ya al final de la guerra civil, el PCE y Negrín. El intento de invasión fracasó pero sí se infiltraron muchos guerrilleros.

El periodo más activo de la guerrilla transcurrió entre 1944 y 1948, año en el que las sucesivas caídas de guerrilleros y de sus enlaces hacen inviable una lucha más allá de la mera supervivencia. Aun así, quedan grupos de guerrilleros mucho tiempo después, aunque no en la provincia de Guadalajara.

Para la supervivencia de los grupos guerrilleros era una cuestión central el abastecimiento, que dependía de redes de afinidad política y familiar. El aparato del estado se dio cuenta de ello e intensificó la represión en esta parcela. Así, por ejemplo, “El Pena” vendía sus productos a la guerrilla y les daba cobijo hasta que la presión sobre el le hizo echarse al monte. 

Para el caso de Guadalajara van aumentando las acciones de relativo éxito de la guerrilla como el sabotaje de la luz eléctrica en las fiestas de Villanueva de Alcorón en 1946, o el secuestro de un miembro de la familia concesionaria de las resinas en Villanueva, con cobro de un rescate en Febrero de 1947 en la carretera de Villanueva a Armallones. 

Pero los éxitos de la guerrilla supondrían más represión y más control, y una escalada de violencia difícilmente podrían vencer. El 17 junio de 1947 las fuerzas represoras realizan registros en Villanueva y Armallones y asesinan a un hombre en éste último pueblo, y de las palizas morirían dos más, uno al día siguiente y otro dos meses después. Al día siguiente se repiten los registros en Ocentejo y dos muchachos son asesinados.

El 16 de septiembre de 1948 había feria en Priego y una partida de guerrilleros cortó el puente del Martinete (frontera Cuenca-Guadalajara). Allí robaron lo que necesitaban y asesinaron a un Teniente de la Guardia Civil y otro guardia y a dos inspectores de la Fiscalía de Tasas (se trataba de vincular la lucha guerrillera con el descontento rural por las requisas de grano). En respuesta, la dotación de guardias civiles en la zona se multiplicó por cuatro y el día 16 de Octubre de 1948 moría “El Pena” con otros guerrilleros en un combate con la Guardia Civil. La guerrilla en Guadalajara quedó disuelta. El otro guerrillero de Guadalajara, Amador, vivió para recuperar la democracia, tras varios pasos por prisión.

La guerrilla supuso un esfuerzo enorme de muchos de militantes conscientes y de sus familias, pero su destino no lo podía cambiar ellos, sino las relaciones internacionales, y no lo hicieron ni con la decisión de la No Intervención de Francia y Reino Unido primero, durante la Guerra Civil, ni con el inicio de la Guerra Fría al final de la Segunda Guerra Mundial.

En 1948, la dirección del PCE en Moscú opta por un cambio táctico, de renuncia a la vía armada, optando por infiltrarse en los sindicatos del régimen a través de las CCOO, táctica que sí será un éxito, como demuestra que las CCOO ganaran las elecciones sindicales de 1967 y fueran ilegalizadas. Pero eso ya es otra historia.

lunes, 29 de noviembre de 2010

MISERIA Y PATERNALISMO EN LAS MINAS DE HIENDELAENCINA


Luchas reivindicativas y dificultades para la organización sindical de los trabajadores de Hiendelaencina (Guadalajara) 1844-1915.

                                                                                                   Enrique Alejandre Torija


       Al constituirse el 8 de agosto de 1844 la Sociedad Santa Cecilia se iniciaba el aprovechamiento de los yacimientos de plata de Hiendelaencina,  tras el hallazgo de síntomas  de los filones ocultos en su subsuelo por Esteban Gorriz, en años anteriores. El éxito inicial atrajo un gran número de individuos a esta localidad,  siendo así que el censo de población de 1857 arrojaba la cifra de 4.068 habitantes, no  existiendo entonces una concentración de trabajadores de tal magnitud en ningún otro punto de la provincia de Guadalajara, En 1865 trabajaban allí 613 mineros. 

      Largas jornadas laborales, métodos de explotación primitivos  en condiciones tan penosas que exigían de un sobreesfuerzo agotador, numerosos accidentes de trabajo con elevada mortalidad, así como muertes “alevosas” por disputas y peleas, sobre todo en días de cobro,  completaban un oscuro panorama para los obreros de estas minas. Los primeros trabajos de prospección del Filón Rico se pagaron con salarios de cinco reales. En 1870, el trabajo a destajo se retribuía a 2 pesetas en la mina (la jornada), mientras las mujeres y niños, trabajando en superficie de les pagaba a 0,83 y 0,93 respectivamente. Este sueldo era tan escaso que en 1889“solo les daba para una mala alimentación (...) que en gran parte solo consumen patatas cocidas y de pan de trigo y centeno”[1]

     La crisis de subsistencias de los años 1856-57 hizo que apareciera en algún periódico de Madrid la noticia de un levantamiento de los trabajadores de Hiendelaencina, “por cuestión de subsistencias, que escasean por doquiera por motivo de los temporales...”[2] En febrero de 1892  los mineros de la mina de Nueva Santa Cecilia se declararon en huelga, lo que llevaron a cabo en perfecto orden  demandando aumento de jornal. Llegado mayo y con él, el Día Internacional de los Trabajadores instituido por la II Internacional tres años antes, la guardia civil se concentró en las minas de Hiendelaencina, por el temor de la burguesía española  a  alteraciones del orden en esa fecha, en los primeros años de su celebración. El trabajo siguió desempeñándose con normalidad..

    Los obreros  de  las minas de Hiendelaencina crearon sociedades recreativas y de socorros mutuos, pero sin que sepamos el motivo, la denominada Sociedad de Trabajadores de Hiendelaencina ni tan siquiera contestó a la propuesta  del Consejo Federal de la FRE[3], cuando en enero de 1871, desde las páginas de La Solidaridad se les propuso adherirse a la I Internacional.[4] Las organizaciones obreras de clase encontrarían dificultades para organizarse en Hiendelaencina. Allí existió el modelo de colonia en boga para obreros con sus familias, como lo fue el pueblo de la Constante, construido por la empresa inglesa del mismo nombre. Sus calles rectas y limpias, su higiene, su escuela para niños, su hospital, su tienda, su iglesia (construida por los mismos trabajadores)...., contrastaban con el áspero ambiente de Hiéndelaencina . Allí no había riñas, ni desórdenes..., allí imperaba el paternalismo empresarial que trataba de imponer sus valores de obediencia y jerarquía.
 
    Iniciado el nuevo siglo el tiempo efectivo de trabajo era de diez horas y media, empleándose una hora en la comida y media en el almuerzo al no haber tiempo de subir a la superficie. Los barreneros y estibadores, trabajando en el fondo de las profundas galerías llegaban a  cobrara salarios de hasta 3,50 pts. En superficie los adultos cobraban dos pesetas y los niños entre 0,40 y 0,50 pts.

    Las condiciones de trabajo seguían siendo tan duras  que “... trabajaban a la mortecina luz de los candiles de aceite, que ellos mismos habían de aportar, con el calor de las galerías profundas de algunas minas, a 500 ó 600 m. que obligaban a actuar casi desnudos, basta el detalle sobrecogedor de que en algunos sitios se llegaba a 47 grados y se intentaba reducir, con obras especiales, a 25 y como máximo 38 grados; a lo cual debe añadirse la ventilación escasa(aunque mejoró con la nueva maquinaria) y el polvo producido por las perforadoras mecánicas. En cambio el acceso se realizaba ya en montacargas,(...); las escalas sólo se empleaban en los pocillos interiores de comunicación entre pisos.”[5] .

     Comenzada  la I Guerra Mundial, se produce la retirada del capital extranjero en las empresas titulares de las minas, que descontaban a los trabajadores el 25 por ciento de jornales y haberes, percibiendo estos con tal retraso e irregularidad, que  se vieron en la necesidad de admitir unos vales en retribución  de su trabajo, que de momento aceptaron los comerciantes de la localidad, en pago de los artículos que suministraban.

    Esta situación, que duró tres meses, llegó a su límite cuando el comercio se negó a aceptar mas vales, por lo que los trabajadores se vieron privados de conseguir sus alimentos y otros productos.

     Tal estado de cosas determinó que los mineros de las sociedades La Plata y Nueva Argentífera pararan durante dos días por exigir de las sociedades mineras el pago de trabajo en efectivo y por quincenas, y la supresión del descuento del veinticinco por ciento. La Guardia Civil se concentró en Hiendelaencina, vigilando las instalaciones mineras.62

      Por toda respuesta  las sociedades propietarias  suspendieron el trabajo en las minas, dejando solo en ellas a los celadores y al personal de desagüe.  Los vales y  los jornales se liquidaron, a los empleados de plantilla se les abonó un mes de sueldo; a los de diario una quincena, y a los transeúntes, barrenderos, etc., ocho días., por la suspensión de los trabajos sin previo aviso. La nueva situación de paro forzoso en que quedaron mas de 1000 mineros, agravada por la inexistencia en la comarca de otras alternativas de trabajo, les hizo acudir a  dos minas españolas que permanecían abiertas; La Plata y Nueva Argentífera, donde apenas podían ocuparse 300 obreros. Al grito de “todos o ninguno”, los  despedidos amenazaron con incendiar las minas si no se les proporcionaba trabajo, por lo que tuvo que intervenir la Guardia Civil, concentrada por teléfono desde Madrid.[6] Este fue prácticamente el fin de la explotación minera de Hiendelaencina. Cientos de trabajadores hubieron de abandonar el pueblo en busca de un futuro mejor.


      La prensa provincial publica en 1910 la reseña de la celebración de un mitin republicano-socialista en Hiendelaencina, en el que han intervenido un abogado llamado Quesada y otro orador socialista.[7]

     Desde 1911, en El Socialista aparecen un conjunto de notas firmadas por el socialista Indalecio Bravo, secretario de la conjunción republicano-socialista que se había creado en  Hiendelaencina, felicitando la labor parlamentaria de Pablo Iglesias.[8] Para el mismo en otros ejemplares de la misma publicación  aparece un envío cuantioso de literatura socialista,[9]  que sigue informando sobre accidentes en las minas, las condiciones de vida y trabajo  y del cierre de la mayor parte de la explotación minera en 1915 Es muy interesante  la extensa nota sobre las vicisitudes de la recogida de 647 firmas contra la guerra de Marruecos en enero de 1914 en este pueblo, donde nos describe a personajes y sus reacciones cuando les pide estampen su rubrica: “Me he tomado la molestia de ir casa por casa y puedo decirle que al llegar a algunas casas y decirles el objeto de mi visita varias mujeres lloraban, aunque estas no tenían hijos ni parientes en África (mil firmas decían echarían). Puede estar usted orgulloso de esta iniciativa tan laudable. Le aseguro que todos los vecinos están representados”[10]

    No obstante la existencia de esta agrupación política, lo cierto es que ningún  sindicato prosperó en las minas de la comarca. Así parece confirmarlo en 1912, Ramón Fernández, secretario de la Federación local de Guadalajara de UGT reconocía en 1912 que en Hiendelaencina solo tenían contactos con algunos obreros.[11]En 1917, cuando la UGT y la  CNT realizaban huelgas y manifestaciones reivindicando mejoras saláriales ante la carestía de los artículos de primera necesidad causada por la I Guerra Mundial , un antiguo director de la explotación minera de Hiendelaencina exponía con estas reveladoras palabras su “método” para impedir la implantación de los sindicatos de clase:

      “He dirigido durante mas de quince años miles de obreros en el distrito de Hiendelaencina sin una huelga. He sido durante todo ese tiempo Presidente de su Sociedad, exclusivamente obrera, de socorros mutuos; he podido observar la especial psicología de las colectividades obreras, y no tuve ni una huelga, porque desde el primer momento comprendí que el secreto consistía en evitar por todos los medios la hipócrita sugestión de la violencia de los políticos y agitadores de todas clases, Se trataba de un distrito pequeño, aislado de los centros de población, y la única condición que impuse a los obreros  para ser su Presidente y ayudarles y mejorarles en todo lo posible, fue que en absoluto, ni directa ni indirectamente, nadie, de ninguna clase ni matiz político ajeno a nuestra organización, interviniera en nuestros asuntos.”[12]



[1] Ministerio de Fomento. Dirección General de Agricultura, Industria y Comercio. Comisión Ejecutiva de Estadística Minera. Datos estadísticos correspondientes a los años 1888-90 y 1889-90 y a los años naturales de 1889 y 1890. Madrid. 1893, pág.: 396
[2] La España, 30-1-1856
[3] Federación Regional Española (FRE) era la denominación de la sección española de la I Internacional
[4] La Solidaridad, 14-1-1871, citado por Rafael Flaquer Montequí en “La clase obrera madrileña y la Primera Internacional”. Ediciones Cuadernos para el Diálogo, Madrid, 1977.
[5] López Gómez, Antonio, “El distrito minero de Hiendelaencina (Guadalajara)”, en Cuadernos de Geografía, n º 6, . pág.: 235.
62 Flores y Abejas, 20-6-1915
[6] Revista minera, núm. 2838, 1-7-1922, pág.: 374
[7] La Palanca, 4-10-1910
[8] El Socialista, 6-1-1911, 13-1-1911, 19-3-1914 y 16-6-1914
[9]                         , 2-6-1911
[10]                         , 29-1-1914
[11] La Crónica, 1-8-1912.
[12] Madrid Científico, 15-9-1917

martes, 23 de noviembre de 2010

Cierre de la Real Fábrica de Paños: GUADALAJARA, 1822. PROTESTAS CONTRA EL CIERRE DE UNA FÁBRICA


GUADALAJARA, 1822. PROTESTAS CONTRA EL CIERRE DE UNA FÁBRICA

                                                                                                  Enrique Alejandre Torija



     Las calles de Guadalajara han sido escenario los últimos lustros de numerosas marchas de trabajadores, convocados por  sindicatos o comités de empresa, con el propósito de impedir el cierre de sus factorías: Colgate-Palmolive, Carrier, Magneti-Marelli, Avicu y ahora Progalsa  fueron las más significativas por el número de trabajadores a que afectaba su clausura, pero no las únicas. Y así, un enclave industrial emergente como lo era el corredor del Henares en los años 70, ha visto muy mermado su potencial, con su lógica repercusión en la demografía, el empleo, el comercio, el nivel de vida..., (atemperado por la intensa actividad constructiva en los últimos años) de una ciudad como Guadalajara la que al igual que sus localidades aledañas, durante cuarenta años han gozado de los beneficios de la industria.

    No es este un problema nuevo en el largo devenir de la historia de Guadalajara. Los años de la II República fueron testigos del ocaso de “La Hispano”, la empresa que en la década anterior  parecía augurar un futuro prospero para los trabajadores locales. En 1719  diversos factores se concatenaron (agua abundante, cercanía a Madrid, fidelidad a la causa borbónica en la guerra de Sucesión...) para que el rey Felipe V decidiera que fuera aquí el lugar elegido para instalar una Real Fábrica de Paños. Y durante un siglo la prosperidad cundió en Guadalajara, donde al decir de los viajeros que la visitaban: “...gracias a una fabrica de paños los habitantes de Guadalajara tienen buenos trajes, buenos zapatos, buen aspecto y un aire de satisfacción”.[1]  En el mismo sentido se pronunciaba el Ayuntamiento de Guadalajara en 1757: “ La población se había levantado y aumentado considerablemente ... la agricultura , plantíos y ganado habían tenido un progreso  muy grande, los artistas de todos los oficios , los pobres, ociosos y vagabundos se habían extinguido y las rentas de S. M. era increíble el aumento que habían tenido ; los niños, los jóvenes, los ancianos, los impedidos de la ciudad y su tierra vivan de sus labores ...”[2] habiendo sido los artífices principales de este  adelanto los  fabricantes de  paños. La fábrica llegó a albergar entre sus muros a  1500 empleados en 1784 y a 4800 en 1791.[3]. La  red de hilanderas, distribuidas por las provincias de Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara, Madrid, Soria y Toledo, cuyo cometido era la elaboración continúa de hilo para que este nunca faltara en la fábrica, alcanzó a 18. 394 mujeres y niñas, distribuidos en 168 “escuelas de hilar[4], lo que dicho sin rodeos era un caso claro de explotación infantil.

   Esta empresa alcanzó su punto álgido a mediados del siglo XVIII para empezar a decaer en la última década del mismo. La Guerra de la Independencia fue el golpe de gracia para una iniciativa que nunca fue rentable y que su mantenimiento había dependido del erario público. Tras el desastre que supuso la contienda, ahondando  la anterior bancarrota del Estado, su cierre fue cosa de pocos años.

    Reanudada la producción de la fábrica de Guadalajara al finalizar la guerra-que no se interrumpió totalmente durante la misma- los males tradicionales de la factoría reaparecieron. Un informe del Ayuntamiento de Guadalajara enviado al rey Fernando VII en mayo de 1820 exponía  los abusos, el despilfarro y la mala gestión de los sucesivos directores. Con el propósito de mantener una apariencia de prosperidad se habían admitido mas empleados de los necesarios en la empresa, siendo el resultado el retraso en los pagos por quince días,  con el consiguiente prejuicio para las familias. La situación acumulaba todos los componentes para producir una revuelta, lo que no llego a ocurrir, aunque al fin se dejo conocer su descontento y faltaron al respeto al director , que no  supo  comportarse con ellos en unas circunstancias en que se les hacia experimentar el rigor de justicia y la angustia”.[5]

     Ante el empeoramiento de la situación la tensión aumentaba entre los trabajadores:                    

“Los operarios de estas fábricas nacionales esperan con ansia que el gobierno disponga de ellas, arrendándolas o vendiéndolas, para ver si se les proporciona el trabajo que tanto desean; muchos de estos infelices yacen sepultados en la miseria, y como algunos se encuentran en edad avanzada, no pueden proporcionarse otros medios de subsistencia; a pesar de esto no se desmandan, y prefieren pedir limosna a entregarse a bajezas. Es verdad que de noche se han notado ciertos robos de poca consideración, pero se cree sean de rateros forasteros” (Miscelánea de comercio, artes y literatura. 7/12/1820)

   Uno de los jalones de la revolución liberal en el Estado Español fue el levantamiento del coronel Riego, quien en 1820 capitaneó un levantamiento en Cabezas de San Juan (Sevilla), empleando las tropas destinadas a reprimir las sublevación de las colonias españolas de América. Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución de Cádiz y, como en 1810,  en España se implantó un sistema liberal. Los obreros de la fábrica de Guadalajara participaban del descontento social al que había dado lugar la delicada situación económica (una de las causas del alzamiento) y que proseguía en el nuevo marco político:

“Parece que se han recibido hoy noticias de Guadalajara, de las cuales resulta que ayer se reunieron unos cuantos grupos de obreros de aquellas fábricas nacionales, que habiendo concebido temores sobre su enajenación, y temiendo verse privados por esta circunstancia del trabajo con que creían poder subvenir a las necesidades de sus familias, prorrumpieron en gritos que hubieron de alarmar a los amigos de las instituciones  que felizmente nos gobiernan. Entre las aclamaciones se oyeron algunas al duque del Infantado, que hallándose según se dice, en la ciudad, se presentó inmediatamente a los amotinados, y les exhortó a no comprometer el nombre sagrado del rey, unido de hoy mas a la suerte del sistema constitucional, ni el del mismo duque que igualmente la había jurado, y estaba resuelto a sostenerlo. Asegurase  que esta arenga produjo un efecto completo, y que de resultas se dispersaron los grupos, y cesó enteramente la conmoción.” (Miscelánea de comercio, artes y literatura 12/ 4 / 1821)

    En el año 1822 la fábrica cerraría sus puertas y con ello se inauguraba una dura época para la clase trabajadora de Guadalajara y un decaimiento de la ciudad, mitigado con la instalación de la Academia de Ingenieros en 1833 y la fábrica de automóviles, camiones y aeroplanos “La Hispano” en 1919. Habría de transcurrir más de un siglo y medio para que de nuevo la industria resurgiera con fuerza en Guadalajara. Mientras, el contenido de esta carta de los trabajadores de la extinta real Fábrica de Paños dirigida al Ayuntamiento de la ciudad, exponiendo su precaria situación y la de sus familias a causa del paro sobrevenido a su cierre, fechada el 26 de julio de 1825, es una buena muestra de la triste condición a que quedó sometida la clase trabajadora de Guadalajara [6]

           Ilmo. Sr.

            Los abajo firmantes en nombre de todos los oficiales trabajadores de las Reales Fábricas de esta ciudad a V. S. I. con la mas profunda veneración y respeto exponen que la mendicidad en que se hayan reducidos, y por ella a la mas extrema miseria los alienta a recurrir a V. S. I como padre y protector de sus moradores, para manifestarle que sin que nosotros podamos atinar las causas que originan nuestra desgracia , vemos con dolor y sentimiento la ruina de nuestras mujeres e hijos por la falta de ocupación con que hace tres años nos hayamos, pues aunque renació en nosotros la esperanza de nuestro remedio cuando oímos que a una compañía francesa les había cedido su majestad sus R. Fábricas para que dándoles fuerza y vigor ocupasen todas las manos fabriles que se hallaban paralizadas por la fatalidad de los acontecimientos del Reino, vemos con admiración que a pesar del tiempo que ha transcurrido desde que se encargaron de ellas nada hemos adelantado y que nuestra desgracia va consumándose    hasta que llegue el momento de nuestro exterminio, pues aunque es verdad que se hacen algunos tejidos de paño y sargas, es en corta cantidad que examinando lo ganado con los meses que han transcurrido desde septiembre del año pasado en que se vieron empezar los trabajos, sacamos por cuenta bien formada que el jornal que hemos devengado entre hombres, niños y mujeres no pasa de 28 m cada día...”.  


[1] García Mercadal, J. : “Viajes de extranjeros por España y Portugal”. Tomo V, José M.ª. Jerónimo Fleuriot. Marqués de Langle (1717-1804) Junta de Castilla y León. Conserjería de Educación y Cultura. 1999. Salamanca. Pág.: 804.   
[2] Larruga. E., “Memorias políticas y económicas... “ Madrid, Imprenta de Benito Cano, 1787-1800. Tomo XVI. Pág.: 55
[3]                          ,                  “ .Tomo XIV. Pág.: 382
[4] López Barahona, Victoria: “Pobreza, trabajo y control social: las hilanderas de las Reales Fábricas de Guadalajara (1780-1800)” maytediez-blogia.com
[5] Guadalajara. Acta del Ayuntamiento de 12 de abril de 1820; “Representación sobre fabricas”, doc. cit.,Libros de Actas, 1820.
[6] AMGU. Dc. 403714